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domingo, 1 de mayo de 2011

DECLARACIÓN DE PRINCÍPIOS

"...Y a esta altura, no quiero seguir bromeando. Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol, lo que aprendí con el RUA, no puede morir. Preservémoslo. Preservemos esta gran y digna imagen de nuestra juventud. También estará vigilándolos a ustedes."
"Lo que le debo al fútbol"
Camus, Albert
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Esta es la única manera que se me ocurre para comenzar.
Nada que yo pueda decir define mejor el extraño e inconsciente impulso que me empuja a volver la mirada hacia esa pelota, la que pasa a mi lado al cruzar una plaza donde juegan unos niños. Por mucha prisa que lleve, por muy pensativo que vaya, algo me saca de mi y me convierte en el chiquillo que fui.
Ya lo dijo Dylan Thomas a princípios del siglo pasado:
“La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo”.

Hoy, para bien o para mal (más bien para mal), el fútbol se ha convertido en algo muy distinto a ese cálido espíritu, se ha transformado en un coloso, un poderoso y descomunal instrumento manejado por los nunca sintieron como un poeta.
Con él se siembran tempestades, se generan odios, se alimentan nacionalismos, y se promueve ese tipo de dirigente despreciable, que no encontrando nido en la política, se arrellana en los despachos que maldirigen tan espectacular negocio.

Pero un simple balón es más fuerte que todos ellos, es capaz de sobrevivir en miles de campos de tierra y barro, incluso en el interior de los más grandes estadios, porque una vez comienza un partido, el fútbol se cierra sobre sí mismo y ya no importan los contratos millonarios, ni los especuladores, ya sólo queda la esencia.
Once contra once y esa pelota de por medio.

Por eso me gusta el fútbol, porque nunca ha perdido un partido y todos los ha ganado, porque en su fragor no hay cabida al disimulo, porque mezcla como nadie al héroe y al traidor, la regla y la trampa, porque nos confunde, nos da la razón y nos la quita de un segundo para otro. Es el caos, ese orden que no conocemos y del que somos expertos.
Cada vez que veo un partido yo le pregunto: ¿Qué eres?
Y él me contesta: ¿Qué quieres? Eso seré.

"Este es un juego simple, lo difícil es hacer que lo parezca". Ron Greenwood, ex jugador y entrenador inglés lo dijo muchas veces. La suya no es una frase vacía, es toda una declaración vital tan aplicable al fútbol como al arte o a las relaciones entre los seres humanos.